Dejamos nuestro vehículo en un aparcamiento a la entrada de Fresnedo. Pronto encontramos el lavadero y junto a él un panel informativo de la ruta. "Braña de Los Fuexos t. aprox.:2h.45min."
Comenzamos a subir por una pista hormigonada contemplando el desfiladero de La Estrechura.
Pronto divisamos el pico Cueva Rubia, cuya imagen nos servirá de referente gran parte del recorrido
Vamos ganando altura, poco a poco, hasta llegar a la zona conocida como Ondechón, donde la ruta gira a la derecha. (Está señalizado)
Espectacular vista de La Guariza, Peña Vigueras y al fondo el Cordal de La Mesa, aún luciendo en sus cumbres un bonito manto blanco.
A partir de este punto la pista, totalmente embarrada, se dirige hacia Cueva Rubia.
Atrás dejamos, entre el barro, esta fuente y bebedero de animales. ¡Imposible acercarse!
La gran cantidad de barro que hay en el camino, hace que nuestra marcha sea lenta hasta llegar a la Pitallina. Aquí, en una pequeña pradera donde pastan un grupo de vacas, encontramos un área de descanso con: mesa, bancos y un panel informativo de la fauna en la zona, pero todo se encuentra en muy mal estado. ¡Una pena!
A partir de Pitallina, el camino de piedra y tierra serpentea con fuerte pendiente, por la ladera de La Sobia.
La senda se adentra en un hayedo donde encontramos "La Faya La Medida", un panel nos explica su peculiar historia. Se denomina de la medida porque situándose debajo de ella, y pegada la espalda al tronco del árbol debería tropezar con la cabeza en la curva inmediata que traza el árbol, mientras que los vaqueiros jóvenes no consiguieran esta prueba se les decía que no daban la medida (Talla)
Después de tomarnos la medida, continuamos disfrutando de este hayedo. ¡Paraje mágico!
Salimos del hayedo y seguimos por una zona de pasto más abierta donde agradecemos pisar sobre la mullida campera.
A nuestra izquierda dejamos una laguna y esta fuente, al acercarnos vimos que no tiene agua.
Sin tardar mucho entramos en la braña de Los Fuexos. Una mesa y unos bancos esperaban nuestra llegada. ¡Lo agradecimos!
Los caballos que se encontraban pastando acuden a saludarnos. ¡Les agrada nuestra visita!
Los corros son ancestrales edificaciones construidas totalmente de piedra haciendo una bóveda. La puerta de éste desentona bastante con el entorno. ¡Un dolor!
En estos corros recogían los terneros pequeños para resguardarlos de los depredadores de la noche.
Realizadas sus tareas, los vaqueiros se reunían para comentar las anécdotas del día. Después cada uno se retiraba a su cabaña para pasar la noche en ella.
A la mañana siguiente volvían a realizar sus tareas, para posteriormente bajar al pueblo y colaborar con el resto de la familia en las tareas de la época: recoger la hierba, la escanda, etc.
Después de un rato embelesados recorriendo toda la braña, comenzamos el camino de regreso
Bajamos disfrutando de espléndidas vistas.
Pasamos la Pitallina, la fuente, continuamos descendiendo hasta pasar la última cabaña. A pocos metros a mano izquierda se encuentra una portilla, la cruzamos y seguimos descendiendo por el Oncechón hasta enlazar con la pista ganadera que nos lleva nuevamente hasta Fresnedo.
Hemos disfrutado de espectaculares vistas a lo largo de la ruta y aunque tiene una parte con fuerte pendiente, el esfuerzo de la subida se ve recompensado al contemplar esta braña de ancestrales construcciones realizadas por nuestros antepasados.
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