De aquí sale un sendero que nos baja hasta el río Prá, lo cruzamos por este puente de madera.
Pasado el puente, nos encontramos en una pista de tierra que en leve subida, discurre entre robustos árboles y verdes prados.
La pista pronto pasa a ser un sendero que nos introduce en un frondoso bosque de castaños, robles y avellanos.
Disfrutando de lo que este bonito bosque nos ofrece, encontramos el primer molino "Molín del Barrial"
Junto al molino se encuentra esta pequeña cascada con un remanso.
Continuamos nuestro camino, ahora fácil y placentero, al abrigo de los árboles, que sirviéndonos de sombrillas naturales nos protegen de los rayos del sol.
Pronto una pequeña subida nos vuelve a recordar esos tres meses sin hacer nada.
Siguiendo la ruta por este precioso bosque una desviación a la derecha nos lleva al molín del Ferreru, éste se encuentra totalmente derruido, pero colocado en un bonito lugar del río.
Volvemos a la senda principal y continuamos subiendo por nuestra ruta. De vez en cuando el bosque da paso a algunos prados.
Pasamos el molín de Máxima
Por este puente de madera cruzamos el río y comenzamos una pronunciada subida.
Ahora siguiendo por la margen izquierda del río y por este empinado, estrecho y empedrado sendero, cruzamos el frondoso bosque.
Aquí, junto a los castaños, encontramos este tradicional corro restaurado. Los corros eran construcciones circulares de piedra que nuestros antepasados utilizaban para conservar las castañas durante varios meses.
Caminar entre estos castaños centenarios donde destacan los caboxos (ejemplares de gran porte y tronco hueco) es un verdadero placer.
Después de un rato subiendo, ahora nos toca nuevamente bajar hasta el río que volvemos a cruzar ahora por este puente.
Nos encontramos nuevamente en la orilla derecha del río y seguimos arropados por enormes castaños que... ¡no dejan de sorprendernos!
Salimos del bosque, lo que nos permite disfrutar de esta panorámica.
Son ahora los helechos los que pretenden impedirnos el paso.
Capricho de la naturaleza.
Llegamos al molín de Milio. A su puerta, una de las muelas testigo y recuerdo de sus años de esplendor. Estas muelas eran la pieza usada para conseguir una harina más gruesa o más fina.
Salimos nuevamente a la ruta principal y un empinado sendero nos sube hasta el molín de Honorio.
Mientras subimos, disfrutamos de la música producida por las cascadas que el río con el paso del tiempo ha ido labrando en las piedras, buscando paso para seguir su curso.
Acompañados por el murmullo del río llegamos al molín de Honorio, perfectamente rehabilitado y situado junto a una bonita cascada. Es en este punto donde termina la ruta y después de gozar y deleitarnos con esta paz y tranquilidad no nos queda más que tomar el camino de regreso que haremos por el mismo sendero.
Es una ruta fácil, pero cargada de belleza por el bonito bosque que recorremos, las pequeñas cascadas que el río nos va regalando, y como no los preciosos molinos de agua, fruto del trabajo y esfuerzo de nuestros antepasados y que eran utilizados para hacer la harina del maíz, centeno y escanda que cosechaban.
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